Por qué no soy liberal
He decidido presentar la segunda parte de puntos esenciales
ideológicos que he construido en mi vida. Es oportuno hacer esta narrativa en
el entendido de que en la actualidad todo se reduce a 140 caracteres, cuando
temas históricos han quedado vetados en las universidades y cuando la historia en
los colegios de Colombia ha sido mal contada. Es deber esencial presentar un
visión de unas tesis, que para la coyuntura actual toman una singular vigencia.
Mi máxima aspiración es que usted, el lector de este artículo, genere una
actitud crítica y una inquietud permanente. No pretendo cambiar su forma de
pensar, solo pretendo que tenga en consideración la existencia de otras formas
de pensar que han llevado a la construcción de civilizaciones exitosas.
En la primera parte
definí el núcleo fundamental de mi pensamiento “La fuerza espontanea”, muy
cercano al orden espontaneo de la Ilustración escocesa, pero no solamente como
una idea de mercado, sino como un todo en general. Me niego a creer que ciertos valores humanos
son solamente accidentes o fenómenos de la cotidianidad, en cambio son regidos
por una espontaneidad que está presente en todo. Appleyard afirmaba “la gente
vive vidas no liberales. Tienen valores, convicciones, preferencias y lealtades
con las cuales ordenan su mundo y lo hacen funcionar”. Es decir, la posibilidad
de que una persona sobreviva siendo liberal es prácticamente nula. Liberal es
sinónimo de libre, tolerante, abierto, progresista e independiente. La
concepción de un buen ordenamiento social es la base de una buena planificación
y de pensamientos racionales, todo esto no es más que la antítesis de la
libertad individual, por eso no se puede ser liberal y al mismo querer una
sociedad organizada. Es común que muchos partidos acogan estas creencias,
cuando para una persona del común suena muy bien, estas tienen poca
correspondencia con los sinónimos que promueven.

Entonces a medida que los “liberales” avanzaban hacia un
colectivismo y una estatización económica, era necesario conservar las viejas
tradiciones libertarias que se estaban perdiendo. Por eso ellos al ser
contradictores de la tradición, de la fuerza espontanea, promotores de lo
inexplorado, de lo novedoso, de lo inexperto, adoptaron el nombre de liberales.
Y los otros, conscientes de la conservación de las tradiciones, de lo
explorado, de lo argumentado, adoptaron el nombre de conservadores.
En conclusión quiero dejar en claro que no hay solo una idea
liberal. Se puede decir que la evolución de las ideas liberales se divide en
dos tradiciones fundamentales: las más nombradas mas no las ideales, es decir,
de la Revolución Francesa (Rousseau, Descartes y Voltaire) y la tradición
británica basada en el empirismo evolutivo: David Hume, Adam Smith y Burke,
este último el gran crítico de la llamada “Revolución Francesa”.
@carlosavilanr